La reservoritis o pouchitis: Causas, síntomas y tratamiento. ¿Es posible prevenirla?

Si has sufrido o sufres colitis ulcerosa, es posible que te veas afectado por este otro trastorno del que hablamos hoy aquí: la reservoritis o pouchitis. Se da en aproximadamente el 50 % de los pacientes* que padecen esta enfermedad inflamatoria intestinal y que han sido sometidos a una cirugía de extirpación del colon y el recto.

En este post te contamos todo lo que hay que saber sobre esta complicación de la colitis: en qué consiste, sus tipos y síntomas más habituales, cómo se trata y —lo que es más importante— cómo puede prevenirse.

 

*Fuente: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19685489/.

 

 

¿Qué es la pouchitis?

 

La reservoritis, también llamada pouchitis, es una complicación —la más común— de la colitis ulcerosa (CU). La CU es una enfermedad caracterizada por la inflamación y ulceración de la pared interior del colon y que pertenece al grupo de las enfermedades inflamatorias intestinales (EII) junto con, entre otras, la enfermedad de Crohn, de la que también hemos hablado en este blog.

Algunos pacientes con colitis deben someterse a una operación en la que se les extirpa el colon y el recto. En reemplazo del recto, para que cumpla sus mismas funciones, se construye una bolsa o reservorio —de ahí reservoritis— a partir de tejido del intestino delgado. El nombre de la intervención es algo complejo: proctocolectomía con anastomosis ileoanal (IPAA, por sus siglas en inglés). 

Tras la cirugía, dicha bolsa interna puede sufrir un proceso inflamatorio. Y es esta inflamación del reservorio creado quirúrgicamente lo que se conoce como reservoritis o pouchitis.

 

Tipos de reservoritis y síntomas habituales

 

Los síntomas de la reservoritis incluyen:

  • Episodios de diarrea
  • Aumento en la frecuencia de las deposiciones. 
  • Cólicos abdominales, o dolor abdominal. 
  • Urgencia fecal. 
  • Tenesmo (sensación de necesidad constante de defecar).
  • Incontinencia.

En función de la duración de estos síntomas, la pouchitis se clasifica en pouchitis aguda (menos de 4 semanas), que se puede tratar rápida y satisfactoriamente en la mayoría de los pacientes, o pouchitis crónica (más de 4 semanas), que ocurre en una minoría de pacientes —en torno al 10 %— y requiere tratamiento a largo plazo. 

Un pequeño subgrupo desarrolla pouchitis refractaria (recurrente), con desde uno hasta múltiples episodios al año (fuente).

 

Reservoritis, ¿cómo se trata?

 

Los tratamientos más utilizados para la reservoritis y sus síntomas son la administración por vía oral de antibióticos (fármacos para infecciones por bacterias, sobre todo metronidazol y ciprofloxacina) y el uso de probióticos (bacterias útiles). 

También estos otros: enemas de budesónida (fármaco esteroide) y de bismuto (medicación para la diarrea), agentes biológicos dirigidos al factor de necrosis tumoral, supositorios de glutamina (aminoácido) y de butirato (ácido graso de cadena corta), alopurinol (fármaco análogo de la purina) y tinidazol (fármaco antiparasitario).

 

¿Por qué usar anti- y pro-bióticos? 

 

Porque existen pruebas convincentes de que las bacterias del intestino —la microflora o microbiota intestinal— están implicadas en el origen y el desarrollo de la EII y la pouchitis. En la flora de estos pacientes se han observado menos lactobacilos y bifidobacterias («bacterias buenas»), más Clostridium (patógeno) y varias especies que no se encuentran en las personas sanas (por ejemplo, hongos).

La microbiota se convierte en un entorno hostil. 

«Se concluye —dice este estudio— que la pouchitis posiblemente sea el resultado de la inestabilidad de la flora en la bolsa». Lo que hace que desaparezca la homeostasis o equilibrio.

Por tanto, todo apunta a que la reservoritis se origina por un desequilibrio microbiano en la flora intestinal.

 

Probióticos para tratar y prevenir la pouchitis

 

Se ha demostrado que VSL#3, un cóctel de probióticos altamente concentrado (cepas de Lactobacillus, Bifidobacterium y Streptococcus thermophilus), es eficaz para prevenir la aparición y las recaídas de la pouchitis.

Las guías de la ECCO (siglas en inglés de Organización Europea de Crohn y Colitis) sugieren su uso tanto para mantener la remisión —es decir, los períodos en los que la frecuencia del reservorio se normaliza y los síntomas se detienen— lograda por los antibióticos como para prevenir la reservoritis.

En este estudio, a los 40 pacientes con pouchitis crónica en remisión después de un mes de tratamiento con antibióticos se les administró aleatoriamente VSL#3 o placebo durante 9 meses. ¿Resultado? Los 20 pacientes tratados con placebo recayeron, mientras que 17 de los 20 pacientes (85 %) tratados con los probióticos aún estaban en remisión tras los 9 meses. Curiosamente, los 17 pacientes recayeron una vez suspendido el tratamiento. El estudio concluyó que «la administración oral de esta nueva preparación probiótica es eficaz para prevenir los brotes de pouchitis crónica».

Un estudio posterior en pacientes con pouchitis refractaria informó resultados similares: tras un año de tratamiento, el 85 % de los del grupo de probióticos estaban en remisión frente a solo el 6 % del grupo placebo. La dosis alta de probiótico VSL#3 una vez al día fue efectiva para mantener la remisión del antibiótico. Esto se asoció «a un alto nivel de calidad de vida».

 

¿Cómo lo logran los probióticos? 

 

Con respecto al mecanismo de acción de los probióticos en estos pacientes, administrarlos de forma continua, entre otras cosas, aumenta los niveles de citocinas antiinflamatorias (interleucina-10, o IL-10) y reduce los de las citocinas proinflamatorias (IL-1), factor de necrosis tumoral alfa e interferón gamma (FNT-α y IFN-γ, respectivamente, que estimulan la reacción inflamatoria) (fuente).

Este ensayo evaluó la utilidad de dicho cóctel de probióticos para prevenir la pouchitis en pacientes con CU después de la IPAA. La semana posterior a la cirugía, estos comenzaron a recibir los probióticos o placebo durante un año. Aquellos tratados con probióticos tuvieron una incidencia «significativamente» menor de pouchitis aguda en comparación con los tratados con placebo (10 % frente a 40 %). El tratamiento, señaló el estudio, «es eficaz en la prevención de la aparición de pouchitis aguda y mejora la calidad de vida [evaluada mediante el Cuestionario de EII] de los pacientes». 

Casi el 70 % de los pacientes con pouchitis leve de este otro estudio estaban en remisión tras 4 semanas, demostrando que dosis altas del probiótico VSL#3 son efectivas para tratarla. Y una revisión sistemática posterior también reportó que el probiótico fue más eficaz que el placebo para prevenir la reservoritis.

Resumiendo, los probióticos…

  • Mejoran la EII, incluida la CU, «atacando la raíz del problema».
  • Modulan y ayudan a equilibrar la flora intestinal.
  • Función de barrera (recubren el intestino y evitan que otras bacterias estimulen el sistema inmune de la mucosa).
  • Mecanismos antiinflamatorios (entre otros, aumentan las citocinas anti y reduce las proinflamatorias).
  • Ayudan tanto a prevenir la pouchitis (leve, aguda, crónica y refractaria) como a evitar recaídas.
  • Son un tratamiento seguro, no tóxico y natural que mejora la calidad de vida de los pacientes.

Por Elisabeth Lahoz

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