Probióticos para la falta de Energía en tu día a día

Todos la sentimos de vez en cuando, esa sensación de fatiga, de falta de energía física o intelectual —o de ambas— para realizar un trabajo a pesar de que tenemos voluntad de hacerlo. Pero nuestro cuerpo no responde. 

Hablamos de por qué nos ocurre esto, de la conexión entre la microbiota del intestino y nuestra energía vital, y de los probióticos como remedio para un problema que puede volverse crónico.

Desmotivación y falta de energía, ¿por qué me pasa?

El cansancio es la «Falta de fuerzas que resulta de haberse fatigado»; también se define como «Hastío, tedio, fastidio».

Se da en respuesta a un esfuerzo físico o mental, aburrimiento, desilusión, infelicidad o carencia de sueño. Situaciones estas normales de la vida. 

 

Probióticos para la fatiga

Este tipo de cansancio se considera pues normal, y el único remedio para combatirlo es descanso físico y psicológico. Vamos, que suele desaparecer tras un buen sueñecito reparador.

Pero el cansancio, agotamiento, letargo, estado de somnolencia… en definitiva, lo que llamamos falta de energía puede ser asimismo síntoma de una enfermedad. Es el cansancio anormal patológico—, conocido como fatiga crónica.

Conexión microbiota – energía vital

Nuestro cuerpo obtiene energía de la comida, de los alimentos que contienen carbohidratos (glúcidos), proteínas (cadenas de aminoácidos) y ácidos grasos que se utilizan en diferentes reacciones metabólicas —en el ciclo de Krebs, que veremos enseguida— con el fin de aumentar los niveles de ATP. El ATP, adenosín trifosfato, transporta la energía dentro de las células.

La mayor parte de la absorción y digestión de estos alimentos que ingerimos tiene lugar en el tracto gastrointestinal (TGI). Una microbiota intestinal sana, entre otras muchas funciones cruciales, ayuda a digerir los alimentos y producir metabolitos bioactivos beneficiosos para nuestra salud que incluyen ácidos grasos de cadena corta (AGCC; acetato, propionato, butirato) y vitaminas del grupo B (tiamina, riboflavina, folato) (publicación, revisión, revisión, revisión).

AGCC que estas bacterias comensales (no dañinas) presentes en el intestino producen como resultado de fermentar los carbohidratos, principalmente carbohidratos no digeribles —fibras dietéticas—. También producen dióxido de carbono, hidrógeno y metano, gases intestinales con un sonido y olor característicos

Pasamos entonces el ciclo de Krebs.

Una serie de reacciones o procesos químicos para obtener energía de los metabolismos de la glucosa, nuestra principal fuente de energía, y los aminoácidos o la degradación de los ácidos grasos. 

En el siguiente esquema está representado todo este complejo proceso:

Ácidos grasos de cadena corta (en inglés, SCFA) sintetizados bacterianos y vitaminas del grupo B (tiamina, B1; riboflavina, B2; niacina, B3; ácido pantoténico, B5; biotina, B7; cobalamina, B12) implicados en el metabolismo energético. Fuente aquí

 

Los metabolitos o productos finales de la microbiota intestinal actúan pues sobre nuestro metabolismo energético y, consecutivamente, en la fatiga o falta de energía. 

Las bacterias intestinales —comensales y probióticas— productoras de AGCC y vitaminas B pueden usarse para recuperar la ingesta de energía, ya sea optimizando la producción de ATP de los alimentos o mediante la fermentación de fibras en el TGI. Tal como se indica en esta revisión reciente, «una mejor regulación de la producción de estos metabolitos energéticos por estas bacterias podría ayudar a rescatar energía».

Probióticos para la fatiga crónica

El síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido como encefalomielitis miálgica o enfermedad sistémica de intolerancia al esfuerzo, es una enfermedad crónica caracterizada por fatiga intensa y persistente y dificultades cognitivas. Sus signos o síntomas incluyen asimismo sueño no reparador, cefalea, dolor muscular y articular, malestar posesfuerzo, fotofobia (intolerancia a la luz), dificultad para concentrarse o pérdida de memoria. 

Las personas que la sufren a menudo declaran sentirse como si hubieran contraído «una gripe que nunca se cura».

En el pasado se la consideraba una enfermedad psicológica; hoy sabemos que es un trastorno con base orgánica cuya causa o causas no están del todo claras. La dieta parece ser un factor importante en el desarrollo de sus síntomas, y estudios recientes han sugerido que la flora o microbiota intestinal alteradadisbiosis intestinaldesempeña un papel en la enfermedad (estudio, revisión).

Así, en pacientes de SFC se ha observado:

  • menos abundancia y diversidad de bacterias (más de las consideradas proinflamatorias);
  • una disfunción de la barrera mucosa (traslocación bacteriana), 
  • y una inmunidad intestinal anómala (más citocinas proinflamatorias). 

Que explicarían los síntomas inflamatorios de la enfermedad.

Modificar la microbiota mediante probióticos podría ser, por lo tanto, un modo de frenar el progreso de este trastorno. La «administración de probióticos podría modificar la microbiota intestinal, mejorar la función de barrera de la mucosa, disminuir las citocinas proinflamatorias y tener el potencial de influir positivamente en el estado de ánimo», recoge esta revisión de estudios, y añade «Los probióticos también tienen el potencial de mejorar la motilidad intestinal, que es disfuncional en muchos pacientes con SFC».

Así que si te sientes cansado/a, desmotivado/a o falto/a de energía con frecuencia, prueba con una dieta sana basada en comida real y la ayuda de los probióticos 🙂

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Escrito por Elisabeth Lahoz

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